Ha llegado el momento. Es tarde, muy tarde. Mucha gente estará a punto de levantarse. Mucha gente todavía no se habrá acostado. He pensado que ha llegado el momento de hablar del sector inmobiliario. Quizá porque he ejercido responsabilidades en esta materia como Consejera de Fomento y como Ministra de Vivienda. Quizá porque soy una ciudadana más. Quizá porque sigo teniendo responsabilidades. Quizá porque hay que seguir trabajando y aportando soluciones.
Por todo eso, voy a iniciar dos etiquetas más. Una, sobre el sector inmobiliario. Otra, sobre Urbanismo y arquitectura: ciudad nueva, ciudad vieja.
Es el momento, por un lado, de empezar a hablar, opinar, sugerir sobre el sector inmobiliario -en el ámbito internacional, nacional y local-. Cómo ha evolucionado, las empresas y los poderes públicos, los mitos y los tópicos frente a la realidad. Pero también sobre el momento actual y sobre el futuro. Sobre las entidades financieras. ¿Alquiler o compra? ¿Suave desaceleración o brusco ajuste? ¿Crisis o recesión? ¿Mercancía o derecho? ¿Bien de uso o inversión pura y dura? ¿Sólo en el resto de España o también en Extremadura? ¿También en Venecia? ¿Más vivienda protegida o acuerdo para vender las viviendas libres en stock a un precio asequible?
Pero como no hay vivienda sin urbanismo ni arquitectura, voy a escribir sobre los nuevos desarrollos urbanísticos, sobre la ciudad histórica, la ciudad vieja, y también sobre la ciudad que hay detrás de la ciudad: ésa que nadie enseña y nadie quiere ver. O sea, sobre el chabolismo, la infravivienda, el fuera de ordenación, la disciplina urbanística, los grandes complejos levantados o por levantar con nombres rimbombantes, grandilocuentes, "¿sostenibles?": La Ciudad de la Justicia, La Ciudad Sanitaria, La Ciudad del Quijote, La Ciudad del Medio Ambiente, ... ¿y para cuándo la ciudad para los ciudadanos?
Ahora que no tengo que decidir puedo hablar.